Cuando el Profesor Juan Carlos Castilla cercó un kilómetro de costa y delimitó las aguas cercanas frente a ECIM en el año 1982, el comenzó uno de los primeros intentos en el mundo de estudiar científicamente los efectos de excluir al ser humano de un ecosistema costero marino.
Los resultados fueron sorprendentes. Después de solo dos años, los científicos notaron aumentos inesperadamente altos en la biomasa del “loco”, Concholepas concholepas, dentro de la naciente “reserva”
El loco es un gasterópodo carnívoro fuertemente recolectado por pescadores en Chile tanto para consumo local como para exportación. Por el alto precio pagado por los locos después que el Mercado se abrió al mundo a fines de los años 1970’s, la población de loco a lo largo de la costa disminuyó tanto en el intermareal rocoso como en el submareal somero, donde se encuentra la mayor parte de la población explotada. En la reserva marina, la población del loco aumento casi 10 veces en comparación a las abundancias encontradas en localidades adyacentes afuera de la reserva y bajo extracción. Además, a través del establecimiento de la reserva marina, se reveló que el loco es un depredador clave en las comunidades intermareales de Chile. Así, con el aumento de las poblaciones de loco, las poblaciones del pequeño “chorito maico” Perumytilus purpuratus, el cual es un competidor dominante por espacio en el intermareal rocoso y el alimento principal del loco en la zona intermareal, disminuyó drásticamente a lo largo de toda la reserva. Estos choritos no son consumidos por los humanos. Mientras antes de la exclusión del hombre este chorito cubría casi todas las plataformas del intermareal rocoso medio y bajo, ahora la especie se vio restringida a parches chicos en la zona alta del intermareal, dejando grandes áreas de roca desnuda que fueron posteriormente colonizadas por cirrípedos de pequeño tamaño. Interesantemente, dado que los choritos forman matrices que proveen hábitat a otros organismos, 60 a 70 otras especies que vivieron en las matrices de los choritos también disminuyeron fuertemente.
Por lo tanto, la zona intermareal adentro de la reserva, libre de la intervención humana, rápidamente adquirió un aspecto diferente; la composición de especies, estructura de la trama trófica, los tamaños de muchas especies eran claramente diferentes a los observados afuera de la reserva. El paisaje del intermareal rocoso, donde plataformas recubiertas de choritos eran y siguen siendo muy comunes y hay muy pocos locos juveniles y adultos, el cual hasta entonces era considerado el estado “normal y natural” del intermareal rocoso chileno, fue revelado como un ecosistema altamente alterado por las actividades del ser humano. La abundancia de algunas de las macroalgas más comunes también fueron alteradas adentro de la reserva ya que los herbívoros claves, las altamente apreciadas lapas Fissurella crassa y F. limbata aumentaron en tamaño y biomasa adentro de la reserva y redujeron a la cobertura de macroalgas.
Este experimento seminal de exclusión humana generó un número muy significativo de resultados. A escala global, el experimento fue uno de los primeros en demostrar científicamente que la intervención humana puede alterar dramáticamente ecosistemas costeros marinos y afectar muy significativamente las poblaciones de especies explotadas. Estos resultados contradecían uno de los paradigmas de la época – que el mar era una fuente inagotable de recursos- lo que implicaba que las altas tasas de reproducción y dispersión de organismos marinos conferían una resistencia contra la sobreexplotación por el ser humano. Por lo tanto, los resultados dieron las primeras bases científicas para promover la creación de áreas marinas protegidas alrededor del mundo.
El experimento también demostró que, en ciertos casos y condiciones, los ecosistemas y poblaciones marinos altamente impactados por pesquerías, pueden recuperarse rápidamente, en pocos años, una vez protegidos de la sobreexplotación. Este resultado sugirió la posibilidad de desarrollar estrategias de manejo par recursos marinos explotados basadas en la idea de dejar “descansar” o recuperarse sectores acotados de la costa. De hecho, resultados de este experimento inspiraron al Profesor Castilla a desarrollar una serie de “experimentos” en conjunto con caletas de pescadores de Chile central. Para ello, el Dr. Castilla y sus estudiantes convencieron a grupos de pescadores artesanales organizados en ‘sindicatos’ a trabajar con los científicos para co-manejar juntos la extracción de mariscos en áreas comparablemente grandes de fondo marino. El experimento de co-manejo, iniciado en 1988 a través de un proyecto FONDECYT Regular, resultó en aumentos en la abundancia de especies explotadas y a la vez en mejorarías económicas para los pescadores. Este estudio y resultados similares de científicos en el sur de Chile conformaron la base para de la creación, por la Ley de Pesca de 1991, de las Áreas de Manejo y Explotación de Recursos Bentónicos’ (AMERB’s), el sistema de Territorios con Derecho de Uso para Pescadores más grande del mundo. Estas áreas de co-manejo, en las cuales pescadores artesanales locales trabajan con biólogos marinos y expertos pesqueros para desarrollar estrategias de manejo sustentables dentro de sus áreas, suministran la mayoría de los mariscos chilenos para mercados locales y de exportación.
El borde costero y el fondo de mar adyacente, alrededor de los terrenos de ECIM, se han mantenido cono reserva marina sin intervención de pescadores (“no take”) ni de “turistas” o mariscadores ocasionales desde 1982, amparado por una “Concesión de Playa Fondo Marino” del gobierno de Chile (Subsecretaría de Marina) otorgada a la Universidad. Programas de monitoreo de largo plazo, tanto de la diversidad biológica como de las y condiciones físicas dentro de la reserva y en sectores fuera de la reserva son ahora una de las actividades primarias que se realizan en el área protegida. En los últimos años se ha intensificado además la caracterización de las comunidades submareales asociadas a bosques de macroalgas. En el año 2005, en reconocimiento de la importancia enorme de la información científica generada en este pequeño sector de costa, además de la importancia ecológica de tener una reserva de exclusión de pesca en el medio de la fuertemente intervenida costa central de Chile, el Gobierno de Chile concede el estatus de Área Marina Costera Protegida a la reserva de Las Cruces, uno de las primeras áreas marinas protegidas en el país.